Fuente: ¿El Gobierno del MAS apoya al imperialismo?Editorial, OpinionPortada Domingo, 23 marzo 2014

La ayuda del Gobierno al imperialismo

Ese imperialismo que ejecuta sus invasiones armadas a pueblos indefensos bajo justificaciones eufemísticas. Ese imperialismo que, en un mundo colmado de gente hambrienta, prefiere gastar miles de millones de dólares en armas. Ese imperialismo que, para preparar las invasiones, espía, rastrea, arrasa territorios y ensaya armamentos.  Ese imperialismo en su fase más cruel, la militar.
Sea confusión, descuido o quién sabe qué, pero a esa fase apoyan determinadas medidas del Gobierno del MAS. Lo hacen sin que importe contradecir el discurso oficial tan sonado en foros internacionales.
Empecemos por las invasiones armadas. En la Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) realizada en enero, el presidente Evo Morales vertió una celebrada frase: ”Cuando le interesa, el Gobierno de EEUU usa la OTAN, los “cascos azules” o bases militares para intervenir”.
Pero, pese al entusiasta mensaje de nuestro Presidente recordemos un detallito: Bolivia ha mandado ya diez misiones de “cascos azules” a Haití, tres al Congo y antes otra a Angola. Es más, nuestro Primer Mandatario hace 10 meses aseguró que las Fuerzas Armadas “dignifican a Bolivia” cuando prestan servicios como “cascos azules”. Esa vez Evo recibía a la misión IX tras su retorno de Puerto Príncipe.
Resulta complicado explicar esa contradicción, máxime si se revisa las características de la labor de los “cascos azules” en el mundo. Nuestros “cascos azules” siempre fueron funcionales a EEUU. En abril de 1999, a requerimiento estadounidense, Bolivia envió, por primera vez, 84 militares  a Angola. Cada uno recibió un pago mensual de 1.000 dólares y un seguro de vida por 50.000. Fueron equipados con fusiles estadounidenses M16a2. Recibieron entrenamiento militar por parte de militares de EEUU en  Santa Cruz, Cochabamba y en el Estado de Louisiana.
En septiembre de 2006 comenzaron sus misiones en Haití. Como es sabido aquel país sufrió cuatro invasiones de EEUU, en 1915, 1960, 1994 y 2004. Luego de la última ocupación, Estados Unidos acudió a la ONU para que “cascos azules” consoliden la invasión.

Diversas evaluaciones recuerdan que las tropas de la ONU se hallan en Haití ya 20 años, y no han logrado estabilizar nada. El rechazo suma las voces de personalidades como Adolfo Pérez Esquivel y Eduardo Galeano.

Es más, en 2010, activistas y políticos haitianos  se acercaron al vicepresidente Álvaro García Linera, durante su visita a Haití por el terremoto. Entonces le pidieron el retiro de los militares bolivianos, y de otros países. El Vicepresidente cuestionó un excesivo predominio de EEUU en Haití y pidió la salida de los marines.
No resulta extraña la molestia haitiana. Junto a los 9.000 “cascos azules” de la ONU, hay miles de marines y paracaidistas de la 82va división aéreo transportada del Ejército de EEUU que custodian el Palacio de Gobierno. Y claro, frente a las costas haitianas de cuando en cuando asoman portaviones de la IV Flota estadounidense.

El objetivo estratégico constituye la vigilancia de EEUU sobre el Caribe. Se presiona a Cuba y se domina un espacio que comunica a este país con Venezuela. Esa Venezuela hoy atormentada entre las consecuencias de una mala gestión gubernamental y la aplicación de un golpe de Estado suave. Esa Venezuela para la que cada vez más voces en el imperio prevén el envío de “cascos azules”. Esa Venezuela, cuna del Libertador Bolívar quién para cristalizar su gesta recibió, en 1816, generosa ayuda de Alexandre Petion, el primer presidente de Haití.
Pero el Gobierno del “proceso de cambio” no sólo aporta tropas y tanquetas al imperialismo. También le brinda dinero que financia sus máquinas de guerra. El Banco Central de Bolivia (BCB) presta las Reservas Internacionales del país a poderosos bancos de Norteamérica, Europa y Asía.

Hasta la fecha a la lista ingresaron entidades como el Barclays, el State Treet Bank, el Chase Manhatan, el JP Morgan, Citigroup, Deustche Bank, Comerzbank. También se hallan el Banco Santander, el Banco de Nova Scotia, el Banco de Tokyo Mitsubishi UFJ y el BNP Paribas, entre otros.
Esa lista coincide en buena medida con la que ha revelado la Campaña Internacional para Abolir las Armas Nucleares (ICAN). Su  informe 2012 señala que las potencias gastan más de 100 mil millones de dólares anuales para construir armas ultramodernas. “Instituciones financieras invierten en esas compañías al proveer préstamos y comprar acciones y bonos”, indica el informe. Cita entonces 300 entidades bancarias que apuestan por el boyante negocio de las armas.
Un detalle: entre el BBVA español y los británicos Standard Chartered Bank y el Barclays Bank PLC recibieron más de 10 mil millones de dólares del BCB. Según la ICAN y otras organizaciones, el BBVA ha financiado proyectos de fabricantes de armas como la Raytheon. Los productos de esta empresa y varias similares alimentan directamente los arsenales del Pentágono estadounidense.

El Barclays Bank PLC hizo lo propio con la transnacional bélica INDRA S.A., provedora privilegiada de la OTAN. Mientras tanto, el Standard Chartered Bank ha sido cuestionado hasta en informes de Naciones Unidas por su presencia en el saqueo militar que sufre el Congo.

Para mayor ironía, semejante gesto de confianza boliviano sólo le ha reportado al país intereses que promedian el 0,25 por ciento anual. Eso en el hipotético caso de que, tapándonos los ojos por el criminal e imperialista negocio, esperásemos cierta rentabilidad.

Como complemento a las armas y las tropas, también se puede colaborar con el imperio habilitando zonas de exploración y campos de prueba. Una formas conocida constituye la organización de Rallies, carreras campo traviesa, internacionales, por ejemplo, el Dakar. En los Dakar se ha realizado pruebas de resistencia y adaptación de equipos militares. Fruto de estos ejercicios se han perfeccionado hasta blindados como el Dingo alemán o el Cadillac V-150 estadounidense. Adicionalmente, se ha establecido que las rutas de los Dakar realizados en África coinciden con las que hoy transitan los marines estadounidenses del AfriCom. Así nuestro Gobierno también ha prestado servicios a las estrategias imperiales en el campo de la experimentación y la exploración militar.

¿Confusión? ¿Descuido? Hay quienes aseguran que se trata de pragmatismo.
¿Pragmatismo? ¿Y la “ética revolucionaria”? ¿Y el “hombre nuevo”? ¿Con qué cara miraremos a los hermanos haitianos, iraquíes, congoleses… si contra ellos se obra por un curioso pragmatismo proimperial que los mata?